Conocí la agricultura biodinámica en la universidad de Hohenheim en Stuttgart (Alemania) donde tuve una beca en 1977 para participar en los proyectos de investigación que se desarrollaban en el departamento de suelos.
Elegí este departamento porque se dedicaban a estudiar cómo mejorar la fertilidad de las tierras mediante la aplicación de abonos orgánico. Más tarde me enteré que su director, el Dr. Günter Kahnt, era muy reconocido en las investigaciones sobre elaboración de compost biodinámico y que fue el maestro de muchas generaciones de agrónomos y de agricultores biodinámicos. Yo entonces no percibía la enorme dimensión de lo que me enseñó, pero de alguna manera sembró en mi unas semillas que germinaron unos años más tarde.
En mi camino de estudio e investigación me he hecho muchas preguntas que estuvieron muchos años sin respuesta, de algunas es verdad que todavía no la he encontrado. Cuando encontré más tarde la agricultura biodinámica lo que más me atrajo es que iba respondiendo a muchas de esas preguntas que me parecían irresolubles. Fui entonces consciente que al mirar la naturaleza, y en este caso los suelos, en otras dimensiones, las respuestas aparecen, porque éstas no siempre se encuentran en la dimensión física donde los estudiamos normalmente. Esto fué lo que me enamoró de la biodinámica.
Mirando atrás veo cómo a lo largo de todos estos años mi forma de ver los seres vivos y el planeta Tierra se ha transformado poco a poco completamente para tener una perspectiva amplísima, de la que soy consciente que solo percibo una pequeña parte.
Para mí la agricultura biodinámica es la agricultura que utiliza el caos de una manera consciente con el objetivo de estar o pasar a un nivel mejor de organización de la vida. Esto hace a los agricultores biodinámicos muy responsables de lo que hacen en cada momento, pero a la vez les da una enorme seguridad y desaparece el miedo a los posibles problemas que puedan surgir, plagas, enfermedades, etc. Este es quizás el mayor beneficio de practicar esta agricultura.
Otra parte que me entusiasma de la biodinámica es que podemos mejorar las tierras y las fincas de tal manera que los alimentos así producidos tienen una elevada vitalidad. Este era el objetivo principal de Rudolf Steiner al dar las líneas a los agricultores para hacer agricultura, ya que en su preocupación por la salud del ser humano consideraba muy importante que las personas comiéramos alimentos de una elevada vitalidad con los que pudiéramos construir adecuadamente las fuerzas de nuestra voluntad para actuar en el mundo, y si lo deseamos, para poder elegir hacer nuestro desarrollo espiritual. Esto toma mucha importancia hoy en día en la que las tierras se encuentran muy desvitalizadas y los alimentos han perdido la vida que tenían en tiempos anteriores.
Por último, me impresiona ver cada vez cómo las prácticas de la agricultura biodinámica mejoran las tierras de una forma eficaz, rápidamente, fácilmente y con bajo coste económico. Los suelos se vuelven esponjosos, vivos y fértiles en poco tiempo, lo que lleva a una mejor salud de los cultivos y los animales, y por tanto de los seres humanos. Y esto al final da mucho sentido a continuar siendo agricultor/a traspasando a las generaciones futuras una tierra mejor que la que recibimos.